Semana de evaluaciones

Hace algunos días estuvimos en periodo de evaluaciones en el colegio, esas donde sentimos que más que una retroalimentación sana es un ataque a nuestra forma de ser, de educar e incluso una ofensa a nuestros hijos, o por lo menos así pareciera en muchos de los casos. Aquellas evaluaciones en donde decimos la frase trillada de “ese no es mi hijo”, sin darnos cuenta que tal vez no estemos ni cerca de ayudar al crecimiento y desarrollo de ese ser que tanto nos importa.

Al día de hoy, todavía no sé si el educar a un hijo es una constante evaluación para los padres; siempre nos dijeron que nadie nos enseña a ser padres, pero al parecer sí, nuestras experiencias, nuestros errores y nuestros fracasos al final repercuten en la manera en la que educamos a nuestros hijos.

Nos esforzamos en que aquellas personas que dependen de nosotros los primeros años de sus vidas, y tal vez toda la vida, no “sufran” lo que nosotros sufrimos, que no se enfrenten a las “carencias” a las que nos enfrentamos nosotros. En principio suena muy lógico y natural. Pero este principio lo establecemos nosotros por no ser capaces de disfrutar lo que vivimos, por anhelar lo que quisiéramos haber vivido o que nuestros hijos vivan.

En este afán, hemos vuelto a nuestros hijos y a estas generaciones mas intolerantes a los “fracasos”, mal interpretando estos como algo que simplemente no es como ellos quieren. Los sobre-protegemos haciendo todo por ellos y para ellos. Los volvemos inútiles al solucionar todos sus problemas, al hablar al colegio a la mínima situación que nos parezca inadecuada. Todo esto lo hacemos sin darnos cuenta que les estamos quitando la oportunidad de equivocarse y resolver sus propios problemas, sin darnos cuenta que hoy es el momento justo para obligarlos o dejarlos equivocarse, porque es hoy cuando podemos estar ahí, dando opiniones y consejos, ayudándolos a crecer y madurar, ¿o qué, esperamos que si hoy solucionamos todo su entorno, mañana tengan la capacidad de resolver cualquier situación por sí solos?

Esta persona que está acostumbrada a que hoy la autoridad siempre tiene que ser cuestionada, podrá ser la misma persona que mañana acepte a un jefe con diferente opinión o simplemente sea un jefe que acepte algún cuestionamiento, ¡no lo creo!

Hoy es el momento de recibir las críticas y opiniones como oportunidades para mejorar, hoy es el momento de enseñar a nuestros hijos que todo es una consecuencia, que no hay premios y castigos, que vivimos en una etapa en la que exigimos sin dar, y eso no es correcto. Una época en la que esperamos cambios sin nosotros cambiar en nada. Que vemos más hacia afuera que hacia adentro.

Yo en lo personal, como padre de familia, deseo de todo corazón que mi hijo se equivoque, que se caiga, porque hoy estaré ahí para ayudar, para acompañar y para vivir junto a él esta etapa; mañana no sé si estaré. Pero sí estoy seguro de que a mi lado se cayó tantas veces, las mismas veces que se levantó, él sabrá levantarse por sí solo y sabrá enfrentar la vida como él simplemente quiera. Si hoy le doy las herramientas, si hoy lo dejo solo pero sin perderle la vista, mañana estaré seguro de que sabrá que aunque no esté con él, llevará algo de mí siempre.

Gracias hijo por equivocarte y por dejarme estar a tu lado para ver cómo has aprendido a levantarte siempre.

¡Te amo hijo!

Mike Vivanco
Padre de Familia - Comunidad Lomas Hill
www.lomashill.com
Imagen de Pixabay

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