Cuidarte no es egoísta: es la lección más poderosa que puedes enseñar

Al terminar el ciclo escolar, muchas mamás entran en una dinámica curiosa: el reloj ya no marca entradas y salidas, pero el cansancio sigue ahí. Para quienes trabajan, comienza también una especie de malabarismo entre juntas, pendientes y la energía de unos hijos que ahora tienen todo el día libre. Las actividades cambian, pero las necesidades de los hijos permanecen. Y aunque el ritmo se transforma, el verano también puede ser una oportunidad: no solo para que los niños descansen y jueguen, sino para que —entre pausas improvisadas o momentos robados al caos— te reconectes contigo misma. Y esto no es egoísmo. Es educación emocional. De hecho, diversos estudios —como los del Child Mind Institute y la American Psychological Association — coinciden en algo fundamental: los niños no solo aprenden de lo que les decimos, sino de lo que nos ven hacer. Por eso, crecer con una madre que se cuida, que se respeta, que se escucha y se permite descansar, deja una huella duradera. Ese ejemplo...