Cuidarte no es egoísta: es la lección más poderosa que puedes enseñar
Al terminar el ciclo escolar, muchas mamás entran en una dinámica curiosa: el reloj ya no marca entradas y salidas, pero el cansancio sigue ahí. Para quienes trabajan, comienza también una especie de malabarismo entre juntas, pendientes y la energía de unos hijos que ahora tienen todo el día libre. Las actividades cambian, pero las necesidades de los hijos permanecen. Y aunque el ritmo se transforma, el verano también puede ser una oportunidad: no solo para que los niños descansen y jueguen, sino para que —entre pausas improvisadas o momentos robados al caos— te reconectes contigo misma.
Y esto no es egoísmo. Es educación emocional.
De hecho, diversos estudios —como los del Child Mind Institute y la American Psychological Association— coinciden en algo fundamental: los niños no solo aprenden de lo que les decimos, sino de lo que nos ven hacer. Por eso, crecer con una madre que se cuida, que se respeta, que se escucha y se permite descansar, deja una huella duradera. Ese ejemplo les enseña que su bienestar también importa, que no es necesario desbordarse para ser valioso y que cuidarse es parte de vivir bien.
Sin embargo, en la práctica diaria, muchas veces sucede lo contrario. La cultura y las expectativas sociales suelen empujar a las madres a ponerse al final de la lista. “Primero ellos, luego yo”, decimos con amor… y con agotamiento. Pero, ¿qué pasaría si este verano cambiáramos esa narrativa?
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Foto de Nubia Navarro para Pexels |
En un artículo publicado por Harvard Business Review, se señala con claridad que para cuidar bien a los demás, primero debemos cuidarnos a nosotros mismos. Esta afirmación, tan evidente como olvidada, cobra especial sentido en la crianza. El bienestar emocional de una madre tiene un efecto dominó en la familia, porque cuando ella se siente acompañada, sostenida y en equilibrio, transmite una presencia emocional que sus hijos absorben sin necesidad de palabras.
Más allá de una tendencia, el autocuidado es una herramienta de conexión. No es solo algo que hacemos por nosotras, es una forma poderosa de mostrarles a nuestros hijos que la vida también se vive desde adentro: con respeto, con pausa, con conciencia. Y es que el bienestar emocional de los adultos cercanos tiene un impacto directo en la regulación emocional y el desarrollo de los niños. Cuidarte no te aleja de ellos; al contrario, te vuelve una guía más sólida, más auténtica, más disponible.
Y entonces, el verano deja de ser solo una pausa escolar para convertirse en una oportunidad. No necesitas grandes planes ni viajes. A veces, basta con delegar una tarea, decir que no, dejar que alguien más resuelva lo que no es urgente. Tal vez cuidar de ti hoy signifique salir a caminar, reír con una amiga, leer sin interrupciones, reconectar con tu pareja o simplemente estar en silencio unos minutos sin sentir culpa. Esas pequeñas decisiones —aparentemente sencillas— también educan.
Porque, al final, tus hijos no recordarán cada actividad planeada ni cada comida perfecta. Recordarán cómo se sintieron contigo. Y si te ven cuidarte, aprenderán a hacerlo por sí mismos.
En Lomas Hill creemos que el ejemplo también educa
Fomentamos una comunidad donde el bienestar emocional es una práctica viva, no solo para nuestros alumnos, sino también para las familias que nos rodean. Sabemos que cuando una mamá se respeta, se escucha y se cuida, está formando desde el corazón. Y esa es una de las lecciones más poderosas que puede dejar.
Fuentes: To Take Care of Others, Start by Taking Care of Yourself. Whitney Johnson and Amy Humble. Harvard Business Review. Abril 2020.
How can I take care of myself so I can be the best parent I can be? Child Mind Institute
How to encourage student self-care. Stephanie Pappas. American Psychological Association. Julio, 2020.
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