El niño con complejo Alfa - 1a. Parte


Actualmente estamos viendo un aumento notable en el número de niños con complejo alfa. Este fenómeno sigue siendo poco claro e incomprendido, aunque es insidioso y su alcance es inconmensurable. Esta coyuntura contribuye a que la crianza de los hijos y, a veces, la enseñanza sea conflictiva, por no decir una pesadilla. El problema es uno de dominancia, es decir, que la danza relacional entre el adulto y el niño se ha invertido. (1)

Más precisamente, el niño está vinculado al adulto, sin respetar el orden jerárquico de las relaciones humanas. El niño no percibe al adulto, como quien está a cargo y quien lo cuida, el niño se siente forzado emocional e instintivamente para moverse a la posición alfa comúnmente ocupada por el padre. Este proceso no se aprende y no es consciente en el niño. Por el contrario, está arraigado en los instintos innatos alfa y dependencia que encontramos en los humanos. El desafío es pensar en la problemática alfa por lo que realmente es, un niño que se guía por sus instintos para evitar la vulnerabilidad de depender de sus vínculos más cercanos, para mantenerse a cargo de sí mismo y de sus seres queridos. Como resultado, los niños que manifiestan un complejo alfa han tomado sus necesidades de vinculación en sus propias manos en lugar de entregarlas a otros (un padre).

Los padres suelen describir a los niños alfa como dominantes, autoritarios, exigentes e insatisfechos. Además, estos niños se consideran iguales a los que deben tomar decisiones y deben dictar a los adultos cómo deben cuidarlos. De hecho, los niños que mantienen una posición alfa con los adultos continuamente demuestran resistencia y oposición a los que tratan de guiarlos. Los niños Alfa frecuentemente se sienten frustrados, tratan de culpar a los demás y pueden sentir ansiedad y angustia. Creen firmemente que son los amos del hogar y se quedan perplejos cuando otros miembros de la familia intentan decirles qué hacer, por la sencilla razón de que se sienten responsables y capaces. Toman decisiones en su entorno inmediato. El problema que caracteriza a los niños que juegan un papel dominante o que están en posición alfa, no es uno de poder (como se percibe a menudo, y esto, erróneamente), sino más bien, uno que tiene su origen en la desesperación. Por alguna razón, el niño ha perdido la confianza en las capacidades de sus cuidadores adultos para cuidar y satisfacer sus necesidades. Por lo tanto, el único recurso instintivo de este niño será ocuparse de sus necesidades personales. Las razones por las que los niños ya no confían en los responsables a veces son evidentes, pero a veces no son tan obvias. Es fácil comprender por qué los niños pierden la fe en los padres descuidados o abrumados por su tiempo libre o sus dependencias. Estos adultos transmiten al niño el mensaje de que no pueden confiar en ellos para satisfacer sus necesidades y garantizar su protección y bienestar.

De hecho, el aumento en el número de niños alfa sería lógico y fácil de explicar si solo consideramos estos casos. Sin embargo, también estamos presenciando problemas de dominancia en las familias donde reina el amor y el afecto, y donde los padres se esfuerzan por alentar a sus hijos a convertirse en individuos social y emocionalmente responsables. Por lo tanto, ¿qué da lugar al aumento significativo en el número de niños que ocupan una posición dominante y cómo podemos comenzar a comprender el verdadero significado de este fenómeno?

¿Cuál es la base del problema Alfa ligado a los niños?

Para aclarar esta pregunta, debemos volver al cuadro de inicio y hacernos esta otra pregunta: ¿Qué es lo que más necesita un niño en la vida para prosperar? La respuesta es vínculo.

Más específicamente, la invitación a existir en presencia de otros, a ser visto y amado por quien es, y a tener sentimientos de pertenencia, lealtad y similitud con aquellos con quienes está vinculado. Sin embargo, un componente crucial que se suele omitir en la comprensión de la vinculación, es que su función es hacer que un niño dependa de quienes lo rodean. En otras palabras, el niño se encuentra en una posición extremadamente vulnerable, ya que debe depender de otros para satisfacer sus necesidades y asegurar su bienestar. Como adulto, es normal perder de vista el grado de vulnerabilidad requerida para depender de otra persona. De hecho, me doy cuenta de este estado cuando tengo que tomar un taxi o un avión. En particular, me doy cuenta de que estoy cuestionando si puedo confiar en que el piloto o el conductor puedan llevarme a mi destino de manera segura y cuidarme adecuadamente. Si Definitivamente, esto da una nueva apreciación a la expresión "conductor trasero".

Cuando dependemos de otro individuo, tendemos a buscar signos que revelen que nuestra confianza y cuidado están en buenas manos.  ¿Hay algo sólido que provenga de esta persona en quien podamos confiar y encontrar un terreno fértil? En realidad, podríamos pensar que estamos enviando este mensaje como padres, pero la pregunta que se debe hacer es si nuestros hijos lo creen o no. Por ejemplo, de vez en cuando los niños nacen demasiado sensibles a la sociedad en la que viven, y por esa razón ven y sienten todo al extremo. Esta hipersensibilidad les impide discernir si un adulto es lo suficientemente fuerte y responsable, y si tiene las cualidades necesarias para cuidarlo.

Podemos ver muchas razones por las cuales los niños buscan asumir una posición dominante en sus relaciones con los adultos. Podemos considerar, entre otras cosas, las experiencias adversas que surgen de una disciplina excesiva basada en la separación, la paternidad democrática o la dificultad de los padres para tomar una posición alfa en el hogar, que quieren ser al mismo tiempo inalterables y benevolentes.

A veces se produce un accidente trágico, una pérdida considerable o una enfermedad en la vida del niño. Estos eventos pueden llevar a revertir los roles entre los diversos miembros de la familia. Dando como resultado, que el niño no se sentirá seguro de que un adulto realmente tenga las habilidades necesarias para asumir su protección y cuidado. Cabe señalar que los problemas alfas ocurren por una variedad de razones, y que ocurren en todos los tipos de hogares, independientemente del origen étnico, el nivel de educación de los padres, el estatus socioeconómico o un status de una paternidad privilegiada.

Cuando un niño se siente responsable de orquestar su cuidado, el error más importante que podemos cometer es confundir esta demostración de fortaleza con madurez o independencia. De hecho, este no es el caso, ya que es un acto de desesperación y, por lo tanto, la obligación de hacer que este niño descanse, al cuidado de adultos que se preocupan, se vuelve imperativa.

El principal desafío es tener en cuenta es el hecho de que cuando un niño toma la iniciativa, no puede considerar simultáneamente sus necesidades de vinculación y sus necesidades de maduración (juego, recreación, crecimiento).

En realidad, se debe hacer un sacrificio entre estos dos tipos de necesidades, ya que el niño no es libre de adoptar una posición de dependencia y de enfocarse en sus necesidades infantiles. Incidentalmente, el vínculo prevalecerá sobre la maduración, y por lo tanto, la necesidad de sobrevivir y cuidarse será predominante, y esto será a expensas del descanso, el juego y el crecimiento del niño.

Continuará...

Traducción francés-español
Francisca Castillo
Psicoterapeuta
Foto cortesía de Pixabay

Références 1. Gordon Neufeld, les enfants alphas: reconquérir notre place légitime dans leur vie, cours en ligne (Institut Neufeld, Vancouver, 2013),https://www.institutneufeld.org/product-page/les-enfants-alpha

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