Cuando el “autoestima” bloquea el crecimiento de nuestros hijos.


El autoestima se define como el “aprecio que alguien tiene sobre sí mismo y de su propio valor” (1).

Es decir, es el amor propio que se genera en cada individuo que nace de sus atributos personales: tanto virtudes y habilidades, como áreas de oportunidad.

En la actualidad el tema de cuidar el autoestima de nuestros hijos se ha vuelto muy popular; y no es casualidad.  Ciertamente es un tema crucial y que a últimas fechas ha cobrado importancia dada la apabullante cantidad de información sobre suicidios en adolescentes y jóvenes.  Sin duda un tema para reflexionar a profundidad y direccionar nuestro actuar como padres de familia.

Sin querer minimizar su impacto, hoy pongo en la mesa una reflexión que también es valiosa: ¿Hasta dónde el cuidar el autoestima de mi hijo(a)?  Todos sabemos que los excesos son malos. En este tema en particular, el tener una obsesión por el cuidado del autoestima de nuestros hijos, les exenta de forjar habilidades y características que los preparan para la vida futura: lecciones de vida indispensables para continuar su crecimiento y su paso hacia la madurez y sobre todo: la independencia.

Muchas veces he escuchado argumentos de los padres de familia al respecto de la falta de cuidado que ponemos los docentes en el autoestima de los chicos.  Que si los “exponemos” ante sus compañeros cuando tienen que mostrar sus trabajos, tareas o presentaciones varias. Estos papás argumentan que este tipo de actividades evidencían a sus hijos, los ponen en un escaparate ante los otros niños, quienes sin ninguna piedad hacen burla de sus vulnerabilidades y merman su autoestima.

Los mismos alumnos llegan a casa a contar historias de este tipo y otras similares en un afán de ganar varias cosas 1) atención de los adultos. Para nuestros niños no hay mejor juguete, no hay cosa más “padre” que la atención y cuidado de sus padres. 2) Simpatías o defensores ante las “injusticias” de la vida, como por ejemplo: entregar una tarea. 3) Excusar y desviar la atención de alguna falta cometida.  Lo que hacen es “voltear el foco” o ubicar la responsabilidad en otras personas o situaciones más que asumir lo que les toca.

Es una línea muy delgada entre lo que es cuidar el autoestima de nuestros hijos y, pasar al extremo de la sobre-protección; en la cual, más que dar algo de utilidad, estamos imposibilitando a los niños a desarrollar herramientas que les servirán más adelante, a defenderse, a salir adelante, a enfrentar problemas y personas con las que no están de acuerdo, a negociar, a perder.

¿Cómo distinguir esta línea que puede desdibujarse con facilidad? Es importante estar alertas, tener una actitud observadora; intentar ser objetivos ante los sucesos para poder discernir entre lo que va a construir carácter en nuestros hijos y aquello que puede confundirse con un cariño mal entendido. (1)

Diccionario del Español de México (DEM). Colegio de México. 2019

Lic. Mariana Resa Romo
Vice-principal
IB Coordinator

www.lomashill.com

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