Contagiemos lo positivo.
Este lunes, más de 30 millones de estudiantes regresan a clases alrededor de la República Mexicana. El personal docente lleva semanas trabajando, preparándose para recibir a los alumnos una vez más en las aulas -llenos de esperanzas, planes y objetivos. Los directivos y personal administrativo no han descansado durante el periodo vacacional, con el fin de poder ofrecer espacios en los que los alumnos aprendan a ser mejores personas todos los días.
Sin embargo, no existen los planes perfectos. En el camino hemos de encontrarnos con pequeños tropiezos y piedritas, que harán que los objetivos del ciclo escolar entrante, trazados con esmero y cariño, tengan que adaptarse. Estos obstáculos son el elemento cotidiano que nos permitirá aprender de nuestros errores y enfrentar la adversidad, siempre buscando triunfar.
¿Qué no son estas frustraciones de las cuales buscamos que nuestros alumnos aprendan? Es por ello que invito a cada uno de los adultos que formamos niños a que, además de enseñarles a enfrentar este tipo de situaciones inevitables, lo hagan siempre con una actitud positiva.
Hoy más que nunca, debemos enfocarnos en los aspectos positivos de la vida. Aun cuando pasamos horas parados en el tráfico, aun cuando todas las noticias a nuestro alrededor son devastadoras, debemos aprender a mantener la cabeza en alto. Hemos de aprender a ser tolerantes ante la diversidad que enfrenta nuestra sociedad actual, - el compañero de mi hijo cuya familia no me gusta, el compañero de trabajo que no siempre responde como nos gustaría, aquel empleado que tiene su propia forma de trabajar, entre muchos otros ejemplos.
Ante estas situaciones tenemos dos opciones. La primera opción es el enojo no canalizado. Es decir, me pongo a gritar, ataco en redes sociales y me desahogó creyendo que, si otros concuerdan conmigo, esto favorecerá mi situación. En la segunda opción, respiro hondo y confronto a la persona debida, sin la necesidad de hacer de esto un asunto más grande.
Entonces, tenemos la responsabilidad de preguntarnos, ¿cómo quiero responder a esta situación? ¿Qué le quiero enseñar a mis hijos? Después de todo, la manera en la que nosotros reaccionemos es como lo harán ellos en un futuro.
El día de hoy los invito a que, a lo largo de este ciclo escolar, nos enfoquemos en lo positivo. Aprendamos a resolver situaciones desfavorecedoras únicamente con quienes estén involucrados, sin guardarnos sentimientos y rencores y sin esparcir negatividad con aquellos que no necesariamente tienen la culpa. Es importante que aprendamos y enseñemos a nuestros niños a sumar, que inspiremos confianza y positividad. Busquemos en los detalles lo bueno, lo que nos alegra, lo que nos suma y compartámoslo. Solo así lograremos dichos objetivos de ser mejores personas y hacer de este mundo un lugar mejor.
Annette Muench y Regina Labardini
www.lomashill.com
Sin embargo, no existen los planes perfectos. En el camino hemos de encontrarnos con pequeños tropiezos y piedritas, que harán que los objetivos del ciclo escolar entrante, trazados con esmero y cariño, tengan que adaptarse. Estos obstáculos son el elemento cotidiano que nos permitirá aprender de nuestros errores y enfrentar la adversidad, siempre buscando triunfar.
¿Qué no son estas frustraciones de las cuales buscamos que nuestros alumnos aprendan? Es por ello que invito a cada uno de los adultos que formamos niños a que, además de enseñarles a enfrentar este tipo de situaciones inevitables, lo hagan siempre con una actitud positiva.
Hoy más que nunca, debemos enfocarnos en los aspectos positivos de la vida. Aun cuando pasamos horas parados en el tráfico, aun cuando todas las noticias a nuestro alrededor son devastadoras, debemos aprender a mantener la cabeza en alto. Hemos de aprender a ser tolerantes ante la diversidad que enfrenta nuestra sociedad actual, - el compañero de mi hijo cuya familia no me gusta, el compañero de trabajo que no siempre responde como nos gustaría, aquel empleado que tiene su propia forma de trabajar, entre muchos otros ejemplos.
Ante estas situaciones tenemos dos opciones. La primera opción es el enojo no canalizado. Es decir, me pongo a gritar, ataco en redes sociales y me desahogó creyendo que, si otros concuerdan conmigo, esto favorecerá mi situación. En la segunda opción, respiro hondo y confronto a la persona debida, sin la necesidad de hacer de esto un asunto más grande.
Entonces, tenemos la responsabilidad de preguntarnos, ¿cómo quiero responder a esta situación? ¿Qué le quiero enseñar a mis hijos? Después de todo, la manera en la que nosotros reaccionemos es como lo harán ellos en un futuro.
El día de hoy los invito a que, a lo largo de este ciclo escolar, nos enfoquemos en lo positivo. Aprendamos a resolver situaciones desfavorecedoras únicamente con quienes estén involucrados, sin guardarnos sentimientos y rencores y sin esparcir negatividad con aquellos que no necesariamente tienen la culpa. Es importante que aprendamos y enseñemos a nuestros niños a sumar, que inspiremos confianza y positividad. Busquemos en los detalles lo bueno, lo que nos alegra, lo que nos suma y compartámoslo. Solo así lograremos dichos objetivos de ser mejores personas y hacer de este mundo un lugar mejor.
Annette Muench y Regina Labardini
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